Sin nombre

Un día, sola, salí a caminar
Me acompañaban el viento y mi sombra
Miré hacia el cielo y no pude evitar sonreír
Me llenaba el alma el color naranja que se asomaba por las nubes
Y me arropaba en un cálido abrazo
Mi sombra se hizo cada vez más larga y grande
Y el viento dejó de soplar
Era yo, sin aliento, ante tal suspiro del viento.
Poco a poco se fugaba aquella risa del cielo y mi sombra se desvanecía con ella
En la oscuridad, volví a casa aún más sola,
Pues mi sombra y el viento ya no me acompañaban.
Así, sin más, me acosté y me abrigué,
Esperando a que, al día siguiente, en el atardecer, pudiera volver a verle sonreír.
-Anónima.